Ciudad de México, noviembre 22, 2024 08:58
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Se desborda fervor en poniente de BJ; monjas vitorean al Papa Francisco

Miles de vecinos de las colonias del poniente de la delegación Benito Juárez, principalmente Mixcoac, Nonoalco, Nochebuena, Nápoles y San Pedro de los Pinos, se volcaron esta mañana con un entusiasmo indescriptible a las avenidas por las que transitaría el Papa Francisco para saludar al pontífice jesuita y recibir su bendición.

Entre la multitud que formó nutridas vallas a lo largo de Río Mixcoac y avenida Patriotismo, fue notable la presencia de religiosas de los numerosos conventos de la zona del viejo Mixcoac, que con sus hábitos dieron un toque singular al acontecimiento. Inclusive, el convoy papal se detuvo en la esquina de Insurgentes Sur y Río Mixcoac, donde el Santo Padre recibió un gran ramo de flores amarillas por parte de un grupo de monjas, a las que dio su bendición.

En la esquina de Millet y Patriotismo, las madres dominicas cuyo convento ocupa la casona que fuera de don Irineo Paz, el abuelo paterno del Premio Nobel de Literatura Octavio Paz, ubicada en la plaza Gómez Farías de San Juan Mixcoac, formaron un coro para vitorear al Papa, que les saludó con una sonrisa.

La afluencia de personas en la valla humana formada a lo largo de la vialidad, que firma parte del Circuito Bicentenario, superó notablemente la que se registró el sábado en Eje 8 Sur y Eje Central, en el sur y oriente de la demarcación. El paso del Papa rumbo al Campo Marte, donde abordó un helicóptero para trasladarse a Ecatepec, en el Estado de México, fue saludado por familias enteras, que con niños y adultos mayores acudieron a la valla. El convoy partió de la Nunciatura Apostólica, ubicada en la colonia Guadalupe Inn, a las 9:45 horas de este domingo-

Ni siquiera los policías apostados a lo largo de la valla para mantener el orden pudieron sustraerse a la emoción del momento y muchos de ellos usaron sus teléfonos celulares para tomar fotografías al pontífice argentino.

Era la mañana del tercer de actividades del Papa Francisco en su visita a México. Su destino, el Campo Militar Marte en donde abordaría un helicóptero para trasladarse a Ecatepec, al Centro de Estudios Superiores, sede de la segunda misa que celebró en el área metropolitana. Desde las 7:00 horas, incluso desde antes, comenzaron a llegar algunos creyentes a la calle Juan Pablo II, misma que más tarde estaría casi llena.

Una hora antes de que el Sumo Pontífice saliera de la Nunciatura Apostólica, los fieles se apresuraban para llegar a tiempo y encontrar un buen lugar. Objetivo que facilitaba que las vialidades estuvieran cerradas para los automovilistas. En el cruce de Río Mixcoac y avenida Insurgentes, a sólo 60 minutos de que el Papa circulara por ahí, se observaban más elementos de seguridad que devotos, de dos a un elemento cada metro en ambos lados de la vía. Al pasar el tiempo, la emoción aumentaba y poco a poco se ocuparon los espacios disponibles junto a la valla metálica. “La gente empezó a llegar como a las 9, no se veía mucha pero había en todo el circuito”, dijo un elemento de Seguridad Pública ubicado frente a la construcción de la Torre Manacar.

Alrededor de las 9:30 horas el Papa Francisco salió a pie de la Nunciatura, entre gritos de los feligreses, siempre sonriente, saludando y bendiciendo a los asistentes. Al incorporarse a la avenida de los Insurgentes, los que llegaron al final no se perdieron la vista del Papa: prevenidos, llevaron escaleras metálicas de hasta metro y medio de altura.

Desde las 9 horas, a la altura de la Universidad Simón Bolivar, un grupo de once monjas y algunos padres de familia, pedían con porras y gritos al Teniente a cargo de la seguridad de la zona, dejara que los niños pudieran estar fuera de la contención para ver “de cerquita al Papa”. Luego de 15 minutos de insitir lo lograron. Un grupo de 15 niños obtuvieron el acceso. Al ver lo ocurrido algunos pequeños que se encontraban en la acera de frente brincaron la valla y cruzaron Río Mixcoac para acompañar a los demás.

Diez minutos antes de las 10 de la mañana la emoción aumentó, el Papa se veía a lo lejos. Hubo lágrimas, porras y gritos de los asistentes eufóricos. Los niños gritaron entonces “Papa amigo, bájate un poquito”. Y lo hizo. Frente a la Universidad Simón Bolivar, el Sumo Pontífice bajó del papamóvil a dirigir unas palabras y su bendición al grupo de monjas ahí reunidas.

Algunos padres de los niños que cruzaron la valla, con lágrimas en los ojos se enorgullecían porque sus hijos lograron ver de cerquita al Papa. Las monjas que recibieron su bendición agradecían al Papa que bajara con ellas. “Es una emoción muy grande porque él representa a Cristo”, dijo la Madre Superiora.

El Papa regresó a su camino para dirigirse al Campo Marte dejando atrás los rostros de incredulidad de quienes estrecharon su mano. Al tiempo, comenzaron a retirarse las multitudes. El flujo vehicular en dirección a Insurgentes se abrió. Los camiones de limpieza comenzaron con su labor. (Mariana Malagón)

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