Ciudad de México, noviembre 21, 2024 23:17
Opinión Víctor Manuel Juárez Cruz

Huracanes y furia

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Los fenómenos naturales y las malas decisiones gubernamentales se agravan y la ayuda o las soluciones llegan a cuenta gotas.

POR VÍCTOR MANUEL JUÁREZ

Inició la temporada de huracanes y de devastación para el sur y sureste del país.

El reciente paso de Agatha por las costas y zonas montañosas de Oaxaca así lo demuestran. El caudal de agua del meteoro con sus ráfagas de vientos ha dejado diversas zonas destruidas, once muertos iniciales, varios desaparecidos y cuantiosos daños materiales. Carreteras, puentes y decenas de poblados arrasados. Poblaciones pobres, donde sus habitantes han perdido todo, aún buscan sobrevivientes entre lodo y escombros.

Al mismo tiempo, pero en la capital de la república, una serie de bloqueos de los transportistas —microbuseros— en diversos puntos de la ciudad provocó un tremendo caos y cuantiosos daños económicos. Desde las siete de la mañana los conductores de estas ruinosas unidades ahorcaron doce puntos neurálgicos de movilidad. Los usuarios, esa sí la gente buena y trabajadora, tuvieron que caminar kilómetros para llegar a sus centros de trabajo y a las escuelas para llevar a sus hijos a clases presenciales, con los esperados retrasos o de plano la suspensión de actividades.

El motivo de los transportistas es por la revisión de las tarifas por viaje. Tarifas que no se ajustan desde hace más de cinco años, pese a los incrementos en combustibles y refacciones. No obstante, el aumento solicitado es inadmisible para las autoridades, pues éste ronda entre los tres y cinco pesos y sería un fuerte impacto en las economías de los sectores menos favorecidos. Las negociaciones llevan ya más de tres años, en 60 mesas instaladas y no se ha llegado a ningún acuerdo.

La capacidad negociadora del gobierno capitalino –es decir de Claudia Sheimbaun y Martí Batres— está en duda, pues han transcurrido más de 900 días y no se ha podido llegar a ningún acuerdo. Las promesas de revisar las tarifas y la efectividad del transporte público masivo han quedado en eso, promesas. 

En contra parte, los usuarios de estas unidades, muchas de ellas desvencijadas, estrechas y muy limitadas para la movilización de miles de personas, han señalado estar dispuestas a pagar los ocho o diez pesos exigidos por viajes de 5 o más kilómetros, siempre y cuando las unidades sean seguras, eficientes y suficientes. El problema ya estaba y no fue atendido, tuvieron que extremarse las acciones para tensar una cuerda que ya no resiste mucho.

Claudia y Martí deberán ser muy duchos en la negociación. No es lo mismo ser dirigentes estudiantiles y demandar todo a cambio de nada, que ser funcionarios públicos con la tarea de acordar, pacificar y llegar a puntos que beneficien tanto al transporte público en general como a los usuarios del mismo. Sheinbaum, en pre campaña presidencial al interior de su partido, deberá mostrar que es buena gobernante so pena de ir perdiendo puntos rumbo al 2024. Batres, quien la acompaña, también en riesgo en su lucha por gobernar la capital del país.

De regreso a la costa sur del pacífico mexicano, donde se ubican las bellas y míticas playas de Zipolite, Mazunte, Zicatela, Bachoco, Puerto Ángel, Marquelia, Chacahua y otras más del bello Oaxaca, los reportes indican que los daños materiales son tremendos. Poblados arrasados e inundados permanecen aún bajo el lodo. Se reportan carreteras fracturadas, puentes colapsados, deslaves y demás daños que la hacen una zona de desastre.

Desde el gobierno federal, el jefe del Ejecutivo ha mandado sus condolencias y encargado al Ejercito Mexicano la aplicación del Programa DN III, es decir auxilio a la población, pero sin la posibilidad de reconstruir, pues ya no existen los recursos del Fondo de Ayuda para Desastres Naturales. Oaxaca se las verá duras por la falta de recursos. Muchos de sus habitantes perdieron todo: casas, negocios, animales y cultivos. La declaratoria de desastre abarca ya a 25 de sus municipios.

La mayoría de los lugares mencionados en la costa oaxaqueña viven fundamentalmente del turismo. La destrucción en playas acabó con palapas, restaurantes, bares, hotelitos y demás negocios que le han dado vida a esta región muy conocida en Europa y Canadá, desde donde se desplazan viajeros para disfrutar del paraíso. Paraíso que llevará tiempo en recuperarse y volver a ofrecer al mundo sus maravillas naturales y gastronómicas. Se estima que tan sólo de Puerto Escondido salieron huyendo seis mil turistas para evitar los estragos del meteoro.

El común denominador de ambos hechos es la gente que los padece, personas en su mayoría de escasos recursos, donde los fenómenos naturales y las malas decisiones gubernamentales se agravan y la ayuda o las soluciones llegan a cuenta gotas.

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