Ciudad de México, julio 26, 2024 18:42
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Alumnos de Secundaria en Miravalle viven aún la pesadilla (y el riesgo) del temblor: gobierno ratarda demolición de edificio en el que murieron cuatro personas

(Beatriz Argelia González)- Este lunes, profesores y alumnos de la Escuela Secundaria Diurna No. 13 “Enrique C. Olivares”, ubicada en la Colonia Miravalle de la  delegación Benito Juárez, reanudan clases de manera presencial, aunque con horarios escalonados. Algunos de los estudiantes lo hacen de manera virtual porque aún no logran superar lo que vivieron el pasado 19 de septiembre durante el terremoto de las 13:14 horas.

Para ellos, el recuerdo es aún una pesadilla que les acompaña y tienen miedo de retornar a la escuela porque frente al plantel ubicado en la calle de Balsas, murieron cuatro personas durante el derrumbe del edificio marcado con el número 18. Las columnas que sostenían los cuatro pisos se desplomaron y una parte del inmueble quedó recargado y apenas sostenido sobre la casa aledaña, por lo que esa situación constituye un peligro latente para los vecinos y la comunidad escolar que en una lona colocada sobre Plutarco Elías Calles urgen a la autoridad a dar inicio a los trabajos de demolición.

En la misma demarcación, algunas escuelas no presentan daño alguno en sus instalaciones, pero el entorno les resulta adverso debido a las afectaciones en torres y edificios cercanos o colindantes. Ante esa situación los responsables de los planteles escolares han asumido la problemática con el fin de salvaguardar la vida de los educandos.

Los criterios aplicados son distintos en muchos de los casos, en tanto la autoridad delegacional ha quedado rebasada y los Dictámenes Gratuitos de Seguridad Estructural emitidos por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y el Gobierno de la Ciudad de México (GCDMX) resultan limitados por centrarse en la revisión de “las condiciones de estabilidad estructural” de las instalaciones, sin evaluar el exterior.

Es el caso de la “Enrique C. Olivares”, cuyo Dictamen de Seguridad Estructural, emitido el 3 de octubre pasado por el Ingeniero Civil Iván Mauricio Barreiro Díaz, Director Responsable de Obra 1265, estableció (con base en la Moratoria publicada en la Gaceta Oficial del Gobierno de la Ciudad de México, suscrita por el Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera Espinoza, el pasado 21 de septiembre de 2017:

“Toda vez que se ha hecho la revisión necesaria y que de acuerdo a Reglamento de Construcciones del Distrito Federal y sus Normas Técnicas Complementarias NO PRESENTA DAÑO ALGUNO que pueda poner en riesgo alguno la integridad de los alumnos y de su personal a cargo, así como de cualquier persona que ingrese al inmueble. Han sido revisadas las condiciones de estabilidad estructural y de sus instalaciones. Puede ser ocupado el plantel ya que su condición de seguridad es HABITABLE SIN RIESGO”.

El documento, firmado por Barreiro Díaz y el director de la escuela, Rubén Darío Rivera Carro, no refiere en ningún apartado la amenaza que representa para los educandos el edificio siniestrado porque no contempla las condiciones externas. Como opción para hacer frente al problema se construyó una puerta de emergencia sobre la calle Pirineos, paralela a Balsas, con un costo de 68 mil 162.97 pesos que será cubierto por la Cooperativa escolar, aunque se ha solicitado a los alumnos una cooperación adicional “voluntaria” de 100 pesos.

En cambio para las profesoras Susana Ortega Ruiz y Rosa Lira Navarro, directoras de las Estancias para el Bienestar y Desarrollo Infantil 117 y 118 del ISSSTE, respectivamente, la ponderación del escenario que dejó el terremoto fue distinta. Con todo y las inspecciones oficiales realizadas en las instalaciones, las educadoras informaron a los padres de familia y tutores que “a pesar de que el inmueble que ocupan las Estancias no sufrió daño estructural y que cuenta con el Dictamen correspondiente, el entorno no nos favorece ya que por este motivo no podríamos garantizar la seguridad de los niños y niñas de nuestras EBDIS”.

“Las torres rojas”, como se refieren los vecinos de la Narvarte a los edificios de ladrillo ubicados en Rebsamen y Pestalozzi, quedaron devastadas y con una inclinación hacia Obrero Mundial, donde se ubican las EBDIS. Por esa razón, las profesoras Ortega Ruiz y Lira Navarro se negaron a la reanudación de las clases y ofrecieron la reubicación de los pequeños a otros planteles como la opción más viable para garantizar su seguridad.

La decisión de ambas evidenció la insuficiencia del criterio oficial vertido en los Dictámenes de Seguridad Estructural, constreñidos a las condiciones internas de los inmuebles. Quizás la actuación de las directoras inspiró una lona colocada en la calle que reza: “Gracias por anteponer mi vida a la tuya, por ser mi refugio y darme fuerza en ese momento difícil. El 19 de septiembre nunca lo olvidaré porque, ese día a pesar de todo, me regresaste con bien a los brazos de mis papis”.

Hoy, los niños de las Estancias Infantiles 117 y 118 han sido reubicados y se encuentran a salvo en planteles sin riesgo. Los estudiantes de la Secundaria 13 no porque regresarán a clases –suspendidas desde el pasado 24 de octubre— en condiciones poco favorables en tanto el edificio de Balsas 18 no sea demolido y las autoridades capitalinas empleen criterios limitados para efectos de los dictámenes.

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