Ciudad de México, diciembre 7, 2024 14:16
Francisco Ortiz Pinchetti Opinión

POR LA LIBRE/ Nuestro Consumismo Fest

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Sin querer ser aguafiestas, que no lo somos, nos parase importante señalar algunos de los riesgos a los que se exponen los jefes y las jefas de familia al acudir gustosos a ese  banquete de las ofertas que es el Buen Fin.

POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI

Este viernes 17 de noviembre arranca en nuestro país el Festival Anual del Consumismo. La oferta se convierte en el centro de esta casi  celebración, que para muchos es ocasión única para desfogar frustraciones y anhelos comerciales. Y no me refiero sólo a aquellos considerados como compradores compulsivos, sino a muchos otros que sin serlo pierden sin embargo la cordura frente al cúmulo de descuentos y promociones que se ofrecen en los anaqueles de las grandes tiendas. La oportunidad de comprar algo “más barato” que su precio normal nos obnubila a veces irremediablemente. 

El Buen Fin es importante para la economía nacional, sin duda. Es una suerte de inyección previa a las grandes ventas de la época navideña para reactivar la maquinaria que hace circular el dinero y que debiera repercutir en beneficios no sólo para los comerciantes, sino para todos. Este año, se calcula que la promoción, que durará hasta el 20 de noviembre, propiciará una derrama de 141 mil millones de pesos. Tan sólo en la Ciudad de México, se estiman ventas por más de  37 mil millones de pesos.

Como cada año, en la gran promoción de noviembre participan prácticamente todos las grandes empresas, Entre las tiendas departamentales  autoservicio, están presentes Liverpool, El Palacio de Hierro, Sears, Suburbia, Coppel, Elektra y Sanborns; los supermercados Chedraui, Soriana, La Comer y H.E.B,  las tiendas electrónicas Mercado Libre, Amazon, Shein, así como millares de comercios medianos y pequeños de todo tipo. En total, unos 45 mil establecimientos estarán en espera en todo el país de los felices compradores durante esos cuatro días fantásticos.

Conviene tener presente que este Festival Anual del Consumismo

es la manifestación más lamentable de un sistema enfocado precisamente a promover el consumo, antes de procurar cubrir las necesidades elementales de muchos mexicanos…”

No es la primera vez que nos referimos en este espacio al tema, para tratar de prevenir a nuestros lectores de los riegos que encierra el Buen Fin para nuestras economías domésticas, personales. Y no es que estemos en contra de esta promoción que cada año gana más adictos y que ya es una práctica comercial similar a la del Viernes Negro de los Estados Unidos, que en realidad fue el modelo que siguieron nuestros empresarios al instaurar esta venta especial que originalmente se limitaba a un fin de semana.

Sin querer ser aguafiestas, que no lo somos, nos parase importante señalar algunos de esos riesgos a los que se exponen los jefes y las jefas de familia al acudir gustosos al banquete de las ofertas. Independientemente de las reiteradamente denunciadas prácticas tramposas de algunos comerciantes, como subir los precios para luego ofrecer “descuentos” sobre los mismos, es importante no caer en los “ganchos” que suelen utilizarse para atraparnos. Seguramente veremos otra vez la escena de decenas de clientes saliendo del supermercado con una pantalla de 60 pulgadas o más, una escena ya emblemática del Buen Fin.

En primer lugar, no debemos comprar lo que no necesitemos, aunque la oferta nos atraiga. Es un gasto innecesario, superfluo, que pueda afectar nuestra economía a corto o mediano plazo. Otro señuelo son los “meses sin intereses”, que nos dan la sensación de que no desembolsamos nuestro dinero en una sola entrega, un alivio, pero que de cualquier manera vamos a tener que pagar. Una tercera advertencia es no cegarse ante las “ofertas” atractivas o sensacionales. Debemos ser cautos y serenos, analizar ciertamente los pros y los contras, la calidad del producto (la marca es un indicador importante) y las supuestas o reales facilidades de pago.

Por encima de todo lo anterior, sin embargo, conviene tener presente que este Festival Anual del Consumismo es la manifestación más lamentable de un sistema enfocado precisamente a promover el consumo, antes de procurar cubrir las necesidades elementales de muchos mexicanos. No se vale comprar por comprar. Quizá esta sea la más importante reflexión que debemos hacerlos ante el Buen Fin de este año. Válgame.     

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