POR LA LIBRE/ Nuestro Zoológico
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El Castillo de Chapultepec, el Lago, el Paseo de los Poetas, la Fuente del Quijote, los Baños de Moctezuma, el Monumento a los Niños Héroes, el Jardín Botánico y más recientemente la Casa de los Espejos, forman parte de nuestros recuerdos y en ese sentido de nuestra vida… Nada más entrañable, sin embargo, que el centenario Zoológico.
POR FRANCISCO ORTIZ PINCHETTI
Pocos lugares de la ciudad me son tan entrañables como el viejo zoológico de Chapultepec, que cumple este jueves 6 de julio un siglo de historia. No es poca cosa haber sido paseo infantil de al menos seis generaciones de capitalinos, y además atractivo máximo para nuestros visitantes de otras entidades de la República Mexicana y del extranjero.
El zoológico y la vida de la capital son la misma cosa, con todo y que actualmente sea mucho menos frecuentado por nuestros niños. Según una estadística reciente, el parque es visitado cada año por cinco millones de personas, lo cual es mucha gente.
Para quienes pertenecemos al heroico estrato de la Tercera Edad, Chapultepec fue parte esencial de nuestra niñez, nuestra adolescencia y aun nuestra juventud. El Castillo, el Lago, el Paseo de los Poetas, la Fuente del Quijote, los Baños de Moctezuma, el Monumento a los Niños Héroes, el Jardín Botánico y más recientemente la Casa de los Espejos, forman parte de nuestros recuerdos y en ese sentido de nuestra vida.
Para quienes pertenecemos al heroico estrato de la Tercera Edad, Chapultepec fue parte esencial de nuestra niñez, nuestra adolescencia y aun nuestra juventud...”
Nada más simbólico, sin embargo, que el Zoológico, su entrada de Los Leones, su Estación… y el trenecito que circundaba el paraíso infantil de los animales ahí exhibidos: los leones, los monos de diversas especies, las jirafas, los elefantes, los osos polares, los tigres de Bengala, los venados, pingüinos, los lobos, cebras, rinocerontes, cabras, búhos, águilas, pericos, hipopótamos y desde luego, desde hace cuatro décadas, los pandas traídos desde China y aquí aclimatados al grado de haberse reproducido en cautiverio.
Ah, porque nuestro zoológico ganó fama mundial por sus características y por sus adelantos en material de reproducción animal, sobre todo durante la gestión de 15 años de Mariaelena Hoyo, entre 1982 y 1997. Ella encabezó en 1992-1994 una remodelación integral del parque, denominada “Rescate Ecológico del Zoológico de Chapultepec”.
Yo fui asiduo visitante de ese lugar desde los cinco o seis años de edad, allá por los años cincuenta del siglo pasado. En mi memoria están guardados el asombro y las emociones causadas por los ejemplares de diferentes especies que estaba ahí, al alcance de nuestras pequeñas manos. Recuerdo cómo teníamos que hacer acopio de paciencia para esperar a que cuando terminara su siesta asomara por la abertura de su cueva, perezoso, el oso polar
Comíamos algodones de azúcar, elotes cocidos, cacahuates asados y esas tostadas grandotas, ovaladas, características de Chapultepec, que por supuesto estaba estrictamente prohibido compartir con los animales.
También recuerdo los ponis que podía uno montar para recorrer sobre su lomo todo el zoológico, y las carretas tiradas por chivos, ¿se acuerdan? En una de las entradas secundaria había –¿hay?—a cada lado pequeños elefantes de metal en los que también podía uno subirse, para imaginas una travesía por estepas de África o al menos para que papá nos tomara una foto. Válgame.