Ciudad de México, diciembre 9, 2024 05:08
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¿Deshumanizados, aterrados o ya de plano nos jodimos?

Dos hechos me han preocupado y no dejan de asombrarme en éste país donde parece que todo se descompone o se jode. Uno, las declaraciones del general Cienfuegos, secretario de La Defensa Nacional en el sentido de que el Ejercito Mexicano, en sus múltiples tareas, pero sobre todo en la guerra contra el narcotráfico y sus bandas criminales “está desgastado” y requiere de más elementos y armas; otro, el ajusticiamiento o asesinato a sangre fría y a plena luz del día de un juez federal e impartidor de justicia y quien llevaba casos de narcotraficantes y maleantes mayores, Vicente Antonio Bermúdez Zacarías, juez V de Distrito en Amparo.

Sin duda ambos casos son alarmantes, amén de la larga lista de hechos violentos y sangrientos que se multiplican a lo largo del país: Coahuila y el gran cementerio de víctimas de los zetas; fosas y secuestros en Veracruz y Morelos, enfrentamientos en Sinaloa entre bandas de cárteles; levantones, desaparecidos y desplazados edn diversas entidades; emboscadas a patrullas militares; mutilados, descuartizados y más.

De ésta última, la emboscada a un convoy del Ejército donde cinco elementos resultaron abatidos en una emboscada, donde es de lamentar a los caídos, pero es menester detenerse en el hecho por varias circunstancias que arrojan hasta ahora las indagaciones: una, que fue una emboscada fríamente calculada y ejecutada; dos, que los policías estatales poco o nada hicieron por avisarles y auxiliar a los militares, y, tres la capacidad de fuego y blindaje de los malandros, superior a la de las tropas del Ejército.

Con base al testimonio de un sobreviviente del artero ataque, entrevistado por la nueva conductora estelar de Televisa, Denise Maerker, el militar asegura que por más que disparó su arma de fuego nada pudo hacer a los malandros ni a sus vehículos, los que, dijo, estaban fuertemente blindados. En cambio, los sicarios con fusiles de grueso calibre no sólo atravesaron las unidades, sino que también los cuerpos de sus compañeros hasta ser abatidos en minutos. Hoy sabemos que los perpetradores del ataque pertenecen al Cartel Jalisco Nueva Generación, sin duda el grupo criminal preponderante en el norte del país y costa del Pacífico.

Un día después, el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), general Salvador Cienfuegos Zepeda, reconoció que ”hay un desgaste” en el Ejército porque ”tenemos muchas tareas que debemos atender. Claro que hay un desgaste, obvio. Estamos trabajando en todo el país, a toda hora, en todo momento, en la sierra, en las ciudades… claro que hay un desgaste”.

Antes decenas de reporteros el militar agregó que aunque se trata de un Ejército proporcionalmente pequeño –alrededor de 230 mil elementos, de los cuales cerca de 50 mil efectivos combaten a las bandas criminales– se sigue trabajando en esas circunstancias para todos, aunque aceptó: ”Necesitaríamos más efectivos, un marco legal, necesitamos otras cosas, pero en eso ya se está trabajando”.

Entrevistado después de inaugurar el seminario Defensa nacional y el Derecho Internacional Humanitario, que se lleva a cabo en coordinación con la Universidad Anáhuac, Cienfuegos fue interrogado también sobre la necesidad de precisar el marco legal que regule la labor de las fuerzas armadas en tareas de apoyo a la seguridad pública; el General de División molesto respondió: ”El marco jurídico pregúntenselo a los legisladores, no a mí; yo no hago leyes”.

Las palabras del divisionario contrastaron, pues, con el optimismo de Enrique Peña Nieto, quien aseguró que entre 2012 y 2016, el presupuesto para este rubro se ha incrementado en más del 36 por ciento. El responsable del poder Ejecutivo Federal aseguró que dicho esfuerzo “nos encamina para que en 2018 la totalidad de tropa de las unidades operativas porten los fusiles FX-05, de fabricación mexicana.

“Equipados con estas armas –aseguró Peña Nieto–, nuestras tropas realizarán sus labores de seguridad y vigilancia en todo el territorio nacional”. Lo que no se dijo es si tal armamento y crecimiento en el presupuesto, alcanzará para combatir, frenar y controlar –pues nunca se podrá hablar de erradicar—al narcotráfico, que se ha mostrado más fuerte y desafiante en diversos puntos del territorio nacional, como son Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Veracruz, Sinaloa.

En su tarea de combatir al narcotráfico, el Ejercito mexicano de enero a septiembre, ha detenido a 2 mil 744 personas por delincuencia organizada y violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos; desmantelado 92 narcolaboratorios; destruido 268 pistas de aterrizaje; decomisado 4 mil 225 vehículos terrestres; 20 aeronaves; 6 embarcaciones con droga; 18 millones 383 mil 842 pesos y un millón 152 mil 678 dólares americanos. Así como mil 553 armas largas; 938 armas cortas; 225 granadas; y 305 mil 84 cartuchos útiles.

Con base en estadísticas de la misma Sedena, publicadas en el diario La Crónica, los militares han erradicado, de enero a septiembre de 2016, 25 mil 946 plantíos de mariguana y 127 mil 648 plantíos de amapola. Además de asegurar mil 209 kilogramos de cocaína; 222 de heroína; 100 de goma de opio y 19 mil 695 de metanfetaminas. En dichas acciones han sufrido diversas bajas, entre las que se cuentan los soldados emboscados en Culiacán, dónde se sospecha que los delincuentes fueron apoyados o avisados por las policías estatales. Casualmente o coincidentemente es en Sinaloa donde han sufrido el mayor número de bajas los militares.

Las imágenes de video transmitidas por los noticieros del momento en el que es ejecutado el Juez Bermúdez Zacarías son en verdad aterradoras y muestran la vulnerabilidad en la que nos encontramos. El joven impartidor de justicia trotaba por su casa, una zona residencial, cuando un sujeto llega por la espalda y a quema ropa le dispara en la nunca. Un solo tiro. Nadie de los que por ahí circulaba hizo nada por evitar el crimen, fue en segundos y cobardemente huyeron.

Así nos mostramos deshumanizados, pero no dejan de asombrarnos, y hasta asustarnos las recientes acciones criminales que logran su objetivo de intimidar.

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