Ciudad de México, julio 26, 2024 19:00
Dinorah Pizano Osorio Opinión

El sureste bajo el agua

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

Esto ya no puede suceder. Aquí y ahora debe iniciar un plan integral; un parteaguas en la construcción de la conciencia ciudadana en materia de prevención y mitigación del riesgo y también en la formulación de políticas públicas ambientales sustentable.

POR DINORAH PIZANO

Sin duda la tragedia ha acompañado a este 2020. Vivimos desde principios de año inmersos en una pandemia global que ya ha arrebatado millones de vidas, casi 100 mil en nuestro México. Ahora castiga al Edén con dos crecientes en menos de un mes.

Debido a las tremendas lluvias entre los años 2007 y 2011, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ya había advertido que como resultado del cambio climático, las lluvias torrenciales serían más frecuentes e intensas. 

Tabasco y Chiapas, vecinos y dos de los estados más pobres del país, han sido víctima histórica de inundaciones que han dejado damnificadas a cientos de miles de pobladores, ya sea por el desbordamiento de ríos, lagunas o bien, por el colapso del drenaje de las calles.

La situación de por sí crítica, se agudiza más como ya apuntábamos, con la pandemia de Covid-19 que mantenía hasta antes de esto,un promedio de 80 a 90 contagios diarios, y que imposibilita cualquier acción sanitaria para contenerla.  

Cada día vemos televisadas las escenas de habitantes de rancherías o fraccionamientos  intentando poner a salvo sus pertenencias; lo poco que han podido rescatar de sus hogares.

Niñas y niños en hombros, mascotas rescatadas y colocadas en cualquier objeto que pueda flotar.

En el caso de Tabasco, se advierte un doloroso éxodo desde Villahermosa, pasando por los municipios, los caminos rurales y las carreteras inundadas. Gente muy pobre huyendo de la creciente con sus animales de traspatio en cayucos, dejando atrás sus plantaciones de plátano y ganado, sin vida.

Todo inició cuando Tapijulapa, un bello pueblo mágico asentado en la región de La Sierra, se inundó súbitamente. El agua llegó a dos metros de tirante tras los desbordamientos de los ríos Amatán y Oxolotán, cuyos cauces vienen del estado de Chiapas, impactando en pocas horas los afluentes aledaños a la capital. 

El gobierno local afirma que se desbordaron 87 ríos en 54 municipios, dejando más de 180,000 damnificados en Tabasco, Chiapas y Veracruz, según la Coordinación Nacional de Protección Civil. Hasta el 10 de noviembre, se contabilizaban 27 muertes a causa de las inundaciones.

Para atender la emergencia se hicieron presentes por instrucciones del Presidente López Obrador y a efecto de activar el plan de Emergencia DN-III-E, el titular de la Secretaría de Marina Armada de México, José Rafael Ojeda Durán; la Directora de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Blanca Jiménez Cisneros; y la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa.

Pero, ¿en realidad, a qué obedecen las tremendas inundaciones que tienen casi a tres estados bajo el agua? ¿por qué no se han logrado contener? ¿por qué se repiten?

Según el estudio ¨Causas de un desastre: Inundaciones del 2007 en Tabasco¨, de María Perevochtchikova y José Luis Lezama de la Torre  del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales El Colegio de México (CEDUA-COLMEX) y cuya metodología se basa en la adaptación del concepto del riesgo como proceso socialmente construido, se propuso analizar en forma sistémica a los principales factores y actores que han intervenido en el proceso de la gestión del riesgo de inundaciones en Tabasco y Chiapas.

Para esto se utilizaron diversas fuentes de información, como ¨artículos científicos, libros, manuales, estudios locales, informes publicados de evaluación de impacto socio-económico, programas estatales de desarrollo, plan hidráulico estatal, plan de ordenamiento territorial, base en datos hidrométricos de las estaciones de monitoreo de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), Comisión Federal de Electricidad (CFE), mapas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y de la Secretaría de Asentamientos y Obras Públicas del Gobierno del Estado de Tabasco (SAOP-GDF)¨.

Los resultados fueron reveladores. Aún cuando el componente natural fue muy importante en esta combinación, la dimensión alcanzada por la tragedia se debió en mucho a: ¨asentamientos humanos ubicadas en zonas de alta vulnerabilidad, el desarrollo urbano sobre riveras de cuerpos de agua, el cambio del uso del suelo y deterioro ambiental, la deforestación en intereses de agricultura, ganadería e industria.¨

Fueron determinantes además ¨la ausencia de una planeación territorial integrada; la no conclusión de las obras programadas del PICI; la corrupción en la construcción de obras hidráulicas, la ausencia de un sistema efectivo de alerta temprana; información sistémica y veraz en lenguaje accesible sobre los hechos, entre otros

En conclusión, son los factores de gobernanza que tienen que ver con la toma de decisiones y política pública, los que muestran la falta de atención y acción por parte de las autoridades.

En Chiapas la experiencia del 1998 no sirvió para que las condiciones sociales y económicas de la población mejoraran, ya que se repitió el desastre durante el huracán Stan en el 2005, aún con peores daños.

De la misma manera, el Estado de Tabasco al también regresó a la normalidad y el olvido después de las inundaciones del 2007.

Esto ya no puede suceder. Aquí y ahora debe iniciar un plan integral; un parteaguas en la construcción de la conciencia ciudadana en materia de prevención y mitigación del riesgo y también en la formulación de políticas públicas ambientales sustentables que busquen eliminar las características de vulnerabilidad social que tienen cientos de miles, de los más pobres, que cada tanto lo pierden todo o pierden sus vidas tratando de rescatarlo.

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