Ciudad de México, diciembre 7, 2024 23:56
Opinión Arantxa Colchero Revista Digital Mayo 2022

Contradicciones de la gran ciudad

Los artículos de opinión son responsabilidad exclusiva de sus autores.

“Vivir en la CDMX es un privilegio, aunque no se sienta así todo el tiempo. Más allá de la inseguridad y del tráfico, estamos expuestos a situaciones que restan calidad de vida. Varios ejemplos lo ilustran”.

POR ARANTXA COLCHERO

La Ciudad de México está llena de contrastes, te puede apasionar y decepcionar a la vez. Encuentras espacios y zonas sublimes que contrastan con la falta de estética y la desigualdad en muchas otras áreas. Sorprende que con tanta población y transito vehicular no se haya colapsado aún.

La Ciudad de México ofrece una maravillosa y extensa variedad de actividades culturales y recreativas. Teatro para niños y adultos de buen nivel, conciertos en espacios abiertos y cerrados en todas las gamas musicales, museos que no termina uno de conocer, cine de arte, paseos en bici, parques, árboles, cafés de todos tipos para compartir la tarde con amigos, paseos para conocer la historia de la ciudad, caminando o en buses turísticos, entre muchas cosas más. Me quedo corta.

Qué decir de su diversidad e imponente arquitectura, desde Bellas Artes, la monumental fuente dentro del Museo de Antropología, el edificio de correos, el edificio La Esmeralda, los murales de la biblioteca central de la UMAM y una enorme cantidad de casas, edificios de todas las épocas. Me sigo quedando corta.

Vivir en la CDMX es un privilegio, aunque no se sienta así todo el tiempo. Más allá de la inseguridad y del tráfico, estamos expuestos a situaciones que restan calidad de vida. Varios ejemplos lo ilustran.

Conductores que no se paran en los pasos peatonales sin semáforo, los que incluso vienen un poco lejos, aceleran y te avientan el auto, aunque vengas con un niño. Nunca lo he podido entender. Siempre me causa mucha frustración y mucho enojo. Si reclamas, siempre recibes de vuelta algún insulto. No puedo evitar buscar entender estas conductas, si son producto de la descomposición social, de la desigualdad, del resentimiento o del machismo (aunque las mujeres también lo hacen).

Tampoco puedo entender cómo es que la gente circula en sentido contrario, pasarse los altos, estacionarse en calles muy transitadas, aunque esté el letrero que obliga a todo lo contrario. Ahora los conductores de motos se han multiplicado y tocan el claxon, te asustan, rebasan por la derecha, pegados a los autos, con el enorme riesgo de que no los veas y les pase algo. Y qué decir de los automovilistas, que han vuelto a tocar el claxon con gran desesperación si se pone el alto y no avanzas en ese mismo instante o si te cambias de carril.

Tráfico en el Eje Central. Foto: Moisés Pablo / Cuartoscuro

Puedo enumerar muchas otras que ocurren justo como parte de los contrastes de esta bella ciudad. Tantos espacios públicos cuidados y remodelados. Me sorprendió hace pocos días el Parque Ecológico de Xochimilco, está hermoso, disfrutamos la tarde paseando en bici con vista a los canales. Enorme cantidad de parques en la ciudad para correr, caminar, dónde te aíslas del ruido y del caos y disfrutas de los olores de los árboles y las plantas como son el Bosque de Tlalpan y los Viveros.

Los parques abiertos que los hay muy bonitos, están siendo tomados por personas que llevan a sus perros a pasear, a veces sin correa o con la correa muy suelta, con el riesgo de que asusten o tiren a niños o adultos, perros en las pistas de corredores; cuando en muchos de estos parques hay espacios habilitados solo para perros. Parece a los dueños importarles poco el otro y el cuidado del ambiente. Ya no se puede uno sentar en el pasto…

Qué decir de la gente que tira basura, de aquellos que en protesta dañan el patrimonio, que es de todos; de aquellos que hacen ruido por encima de lo tolerable y de la Ley de Cultura Cívica, incluso los que lo hacen en espacios sin permisos.

En todas estas circunstancias, hay poca presencia de policías u otra autoridad. Y si la hay, recibes poco apoyo. En muchos casos, la regulación existe, pero no se cumple y no hay consecuencias.

La Ciudad de México brillaría aún más si resolviera algunas de sus contradicciones. Aunque parezca imposible, podría empezarse por dignificar espacios en las áreas más descuidadas. Pequeños pasos, acciones creativas que logren cambios en el entorno y las personas. No esperar resolverlo todo, que es un reto monumental producto de factores que no alcanzaría a nombrar y muchos otros que no conocemos. Aprovechar leyes y regulaciones existentes para desincentivar acciones que dañan a otros con las consecuencias previstas.

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