Ciudad de México, noviembre 22, 2024 01:30
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La ley al servicio del hombre, no del mercado

“La rigidez de la legalidad socaba la materialidad de la vida humana: la deuda debe pagarse, aunque el deudor muera en la pobreza”.

La cita corresponde al doctor Enrique Dussel (Argentina, 1934), concretamente al capítulo 5 de su libro “Filosofías del sur. Descolonización y transmodernidad”. Y quise traerla a este texto en el estricto sentido de generar una reflexión y debate en torno a una pregunta, ¿a cuánto asciende la deuda que guarda el entramado político institucional con las juventudes en su conjunto y específicamente con aquellas que no poseen la capacidad de brincar la franja de la pobreza?

Derivado de 35 años con déficit en lo que a incremento de la productividad económica se refiere, las recientes generaciones de mexicanos nacen con una condición transversal: endeudamiento. Dicha circunstancia es producto de una serie de decisiones tomadas desde el Estado encaminadas a favorecer la acumulación y concentración de la riqueza en unos cuantos.

Lo anterior genera una contradicción. Por un lado se pide a los jóvenes, a título de nada, entrar a “competir” en una arena global, conformar una cultura emprendedora y no incurrir en prácticas antisociales. En el otro extremo de la contradicción está la narrativa de horror cotidiano: televisión, radio y prensa escrita enfatizan cómo un chico obtiene más dinero empuñando una pistola y disparando contra sus iguales que al permanecer en las aulas o al trabajar por su comunidad. Para cada vez mayor número de adolescentes México es un proyecto de vida que termina en una bala.

Circunstancias como la anteriormente descrita no son producto de la casualidad. Llegamos a un punto donde, como reza la cita que da inicio a este texto, el fin último de la vida humana gira en torno a la economía, misma que fue determinada en función del mercado. Y no, no se trata de rechazar per sé las relaciones económicas que marcan el derrotero de las recientes cuatro décadas, pero es impostergable colocar una vez al ser humano como la esencia de la esencia del ser humano. Es ahí donde las juventudes permanecen, aun sin la contaminación de la acumulación como fin último de vida.

Finalmente y planteando una pregunta sobre la cual discurriré en posteriores entregas: ¿cómo sanear la deuda hacia los jóvenes y darles herramientas para brincar la franja de la pobreza?

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