Ciudad de México, abril 19, 2024 14:38
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La mal naciente Asamblea Constituyente

Desde hace por lo menos 20 años, insistentemente en diversos ámbitos se considera que los ciudadanos que vivimos en el Distrito Federal somos considerados por nuestros gobernantes como ciudadanos de segunda, por no contar con un congreso local propio, ni una constitución propia, a diferencia de los estados que conforman nuestra República Mexicana. Académicos, estudiosos, políticos, opinadores y más, han insistido en este tiempo en que el Distrito Federal tendría que convertirse en el estado 32, y que tendríamos que gozar de autonomía política y económica, para que los capitalinos estuviéramos considerados “ciudadanos de primera”.

Esta discusión y debate, se acentuó después de que por primera vez en 1997, dejáramos de estar gobernados por un Regente, nombrado directamente por el Presidente de la República, para -por primera vez- elegir directamente al Jefe de Gobierno. En el año 2000, también elegiríamos por primera vez a nuestros Jefes Delegacionales. Igualmente en esos años, pasamos de tener una Asamblea de Representantes, a contar con una Asamblea Legislativa, que se encarga de darle normatividad a nuestra conflictiva Ciudad de México, llamada hasta ahora constitucionalmente Distrito Federal.

Así, por lo menos desde el año 2000, había esta exigencia de dotar a nuestra ciudad de autonomía, con derechos plenos para quienes la habitamos. Después de haber sido gobernados por el PAN a nivel federal, y por el PRD a nivel local, es paradójicamente con el regreso del PRI al gobierno de la República, -derivado de un acuerdo político entre el PRI, PAN, y PRD, el llamado Pacto por México– como se aprueba por fin la Reforma Política del Distrito Federal, a finales de este año 2015.

Y, después de todos estos años de discusiones y debate, estos tres partidos políticos que conformaron el ya finalizado Pacto por México, consideraron que los ciudadanos del Distrito Federal, seguimos siendo ciudadanos de segunda; me explico.

El hecho más relevante de esta Reforma, es la creación de la Constitución Política de la Ciudad de México para enero del 2017, que, será elaborada, por un Congreso Constituyente elegido el primer domingo de junio del 2016. Hasta ahí todo va bien, salvo pequeñísimo detalle: nuestros flamantes diputados y senadores del Congreso de la Unión, decidieron que serían ellos mismos, los que nos representarían y serían juez y parte.

Estos legisladores -del PRI, PAN y PRD principalmente-, decidieron repartirse el pastel, y cuál es su costumbre, anteponer su interés particular, su interés de partido, por encima del interés ciudadano. Así, de los 100 integrantes que constituirán esta Asamblea Constituyente, 40 serán de facto decididos de la siguiente forma: 14 actuales diputados federales, 14 actuales senadores, 6 personas nombradas directamente por el Jefe de Gobierno y 6 más nombradas por el Presidente de la República, es decir, de entrada el PRI y el PRD llevarán mano en la repartición, pero esto no es lo peor.

Los 60 restantes, nuestros flamantes legisladores, decidieron hacer todo lo posible para que fueran los partidos políticos, y no los ciudadanos libres pensadores, quienes tuvieran las mayores facilidades –conforme a nuestras lamentables usos y costumbres de clientelismo y corporativismo- para salir beneficiados y estar en esta partidista Asamblea Constituyente.

Sólo por ponerle un ejemplo, si en las pasadas elecciones de junio pasado, hubo trampas y complicaciones para los candidatos independientes, para los ciudadanos con un interés legítimo en contribuir en el desarrollo de nuestra ciudad, ahora los candados serán aún mayores. Más de 70 mil firmas de apoyo son las que se calcula solicitará el INE (encargado de la elección de esta Asamblea Constituyente) y lo más tramposo por parte de los partidos: si alguien logra ese respaldo, no tendrá derecho a que su nombre aparezca en la boleta electoral, sino que aparecerá un espacio en blanco en donde el elector deberá escribir el nombre completo del candidato independiente ¿Así o más patético?

Los que más festinan esta reforma, son priistas, panistas y perredistas, y no es para menos, usarán esta Asamblea Constituyente como un botín político, para beneficio partidista. Y con las enormes contradicciones que siempre acompañan sus no pensadas decisiones, como por ejemplo, ¿dobletearán cargo los senadores y diputados? ¿Cómo cumplir con una y otra obligación? Sin ser excluyente, pero necesariamente habrá Senadores que no viven en esta Ciudad de México, quienes decidirán nuestras futuras leyes, ¿de parte de quién?

Hay otras modificaciones que vendrán acompañadas a esta trascendental decisión, como por ejemplo, ya no seremos Distrito Federal, ahora, constitucionalmente, nos convertiremos en la Ciudad de México. Los Jefes Delegacionales desaparecerán, para convertirse ahora en Alcaldes, que no serán precisamente 16, sino podrían llegar a ser hasta 20, con lo que se calcula que las ahora delegaciones Iztapalapa y Gustavo Madero cedan sus territorios para tener ahora 4 demarcaciones territoriales. Se creará la figura de concejales, que se supone serán un contrapeso a los Alcaldes, lo que en los municipios de la República son los regidores pues, que acompañan en sus gobiernos a los presidentes municipales.

Hay otras decisiones que para el colectivo serán intrascendentes. Seguiremos sin la autonomía financiera, y quizás, lo que más se quedará en las mayorías, es pasar de ser el Distrito Federal, a la constitucionalmente Ciudad de México, con lo que traerá consigo.

El que mandará la propuesta de Constitución, será el Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, con lo que no se extrañe usted lector, que en lo que ha sido su costumbre con su mal lograda propuesta de Corredor Chapultepec, y sus muy cuestionados Doble Túnel de Mixcoac y ahora Nuevo Reglamente de Tránsito, encontremos propuestas privatizadoras, que beneficiarán al interés privado por encima del interés público. El instinto les gana.

Los partidos y políticos que votaron esta Reforma Política, al imponer estas reglas para el constituyente, no sólo nos tratan a los capitalinos como ciudadanos de segunda, sino que nos tratan ahora como ciudadanos de cuarta.

Si estos políticos, incluidos el Presidente y Jefe de Gobierno, piensan que pasarán a la historia como los promulgadores de esta “gran reforma política” y de la primera Constitución de la Ciudad de México, están equivocados; pasarán a la historia como los que nos negaron a los habitantes del Distrito Federal, la posibilidad de ser auténticamente ciudadanos de primera. El gran ego del político, imposibilita que tengamos estadistas.

#CiudadanoIncómodo, para la próxima Asamblea Constituyente.

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