Lecciones no aprendidas de la pandemia

“La llegada del Covid-19 ha cimbrado nuestra expectativa de vida, el acceso a derechos, y especialmente nos ha confrontado con las enormes desigualdades de este espacio urbano”.

POR LAURA BALLESTEROS MANCILLA

Aún no termina, nuestras comunidades siguen enfrentando las consecuencias económicas, sociales, familiares, de una de las peores pandemias que ha registrado nuestra historia moderna, vinieron cambios profundos, y parece que los únicos que han buscado darle la vuelta a la página con velocidad, por conveniencia, son las autoridades. Parece que no aprendieron nada.      

Y es que los llamados a los gobiernos locales están dirigidos a subsanar la grave crisis de salud, así como la merma económica en familias, empresas y finanzas públicas, así como para seguir adaptando el entorno urbano para enfrentar las demás crisis venideras. Sin embargo, la rapidez con la que el gobierno de la ciudad ha buscado normalizar las actividades pasadas sin tomar medidas osadas para prepararnos para el futuro, nos pone aún en mayor riesgo. Además de que el COVID sigue aun causando estragos, no podemos olvidar la inminente crisis climática y social que vivimos, mismas que de no resolver los grandes hitos de comportamientos y desigualdades, volverán a orillarnos, en un futuro no lejano, a un confinamiento similar. Esta vez sin punto de retorno. 

La llegada del COVID19 ha cimbrado nuestra expectativa de vida, el acceso a derechos, y especialmente nos ha confrontado con las enormes desigualdades de este espacio urbano. Grietas que sólo se han profundizado durante la temporada de cuarentena mundial. Mujeres, adultos mayores, niños, jóvenes, trabajadores informales, personas en situación de pobreza, enfermos crónicos, etc. Todos con una larga lista de problemáticas sin resolver, por parte de las agendas gubernamentales y globales. Muchos se quedaron atrás.

Con mayor o menor éxito, algunos gobiernos nacionales y locales han emprendido medidas exitosas, tales como la vacunación, ingresos básicos universales, fortalecimiento de la infraestructura hospitalaria, así como también la de las calles para abrirlas a la movilidad no motorizada. Medidas en algunos casos temporales, pero lanzando una señal de la voluntad política y económica para emprender una inmersión a una nueva realidad.

Sin embargo, la disparidad y diversidad de dichas medidas en la región latinoamericana, hace difícil su estandarización de no ubicarlas en un territorio específico. Y la gran Ciudad de México se ha quedado atrás, el gobierno no ha sabido estar a la altura del reto. Es por ello que uno de los principales pasos que necesitamos dar en estos momentos de acción inmimente, es reconocer que a pesar del hito que representan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODSs), recalculados hace 5 años, nuestra ciudad está lejos de cumplir con las expectativas trazadas, con o sin pandemia.

Por eso es un error buscar articular una “nueva normalidad”, porque no era normal la dinámica establecida anteriormente. Para millones de personas, esta “normalidad” los ha excluido del desarrollo y las oportunidades. Es una normalidad que no construyó derechos, pero sí consolidó privilegios. Profundizó desigualdades.

La gran Ciudad de México se ha quedado atrás, el gobierno no ha sabido estar a la altura del reto.

Las mujeres hemos sido unos de los grupos poblaciones más afectados por la pandemia, y también, una de las grandes deudas del desarrollo, antes del COVID19. Desde antes de la llegada del virus, las faltas que se tienen con la agenda de igualdad, paridad, justicia y acceso a un territorio urbano libre de violencias y con perspectiva de género, eran ya latentes.

Ya se ha demostrado que lo sustentable es compañero de lo resiliente, y los resiliente de las mujeres. Los nuevos ODSs necesitan apuntar hacia esa resiliencia feminista.  Invertir y desarrollar los preceptos de la movilidad sustentable garantizarán un futuro igualitario. Por todo lo anterior y para poder construir una nueva realidad, éstas son las 5 máximas de la movilidad resiliente, feminista y post COVID-19:

1. Menos autos: Medidas e infraestructura para poder disminuir el uso del coche, vamos a pagar las consecuencias. Las mujeres serán las primeras beneficiadas.
2. Más espacio público para modos sustentables: La gran oportunidad de construir espacios para todas y todos (mujeres, niños, personas con discapacidad, personas vulnerables, adultos mayores y para todas aquellos que no tienen coche que son la gran mayoría de las población).
3. Apoyo decidido y monetario al transporte público: Es la columna vertebral de la movilidad, y de no invertir en ellos se impactará en los índices de desarrollo. Las mujeres se mueven mayoritariamente en transporte público, necesitan esquemas de viajes seguros e interconectados. Las tragedias sucedidas en el Metro de la ciudad hoy ponen más que nunca esto en la agenda pública.
4. Plataformas digitales: Han demostrado que durante la pandemia han detonado un mayor uso. Las mujeres han encontrado en ellos, viajes seguros y salubres, así como mayores protocolos para la denuncia.
5. Teletrabajo: A través de la cuarentena, millones de personas han enfrentado la crisis económica y laboral, a través del teletrabajo. Nos ayudó a dar un salto cuántico en productividad en línea, pero también obligó a miles de mujeres a tener que elegir una vez más entre su profesión y su familia. En algunos países asiáticos, se ha documentado una deserción laboral del 15% de las mujeres.

Esta pandemia nos está demostrando que puede haber un futuro con una movilidad de resiliencia y feminista, que nos dé acceso los bienes y servicios de una ciudad, asi como a nuestros derechos humanos, y con ello lograr que nadie se quede atrás. Es por eso que para hoy el reto más importante está en regresar a mi ciudad, la Ciudad de México, y a mi barrio, Benito Juárez, para hacer de esto una realidad para todas las personas.

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