Ciudad de México, abril 26, 2024 11:19
Gerardo Galarza Opinión

SALDOS Y NOVEDADES / La primavera de abril

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“Nadie imagina a Sabina cantando ‘quién me ha robado el mes de marzo’· No, pos’ no checa, diría el Chava Flores”

POR GERARDO GALARZA

Todos -es un decir- más o menos sabemos que a Joaquín Sabina le robaron el mes de abril.

También sabemos, -si seguimos las canciones del ubetense o las de Joan Manuel Serrat (a) El Nano-, que abril es realmente el mes de la primavera, por más que los calendarios digan lo contrario.

Bueno, los viejos como el escribidor sabemos que las cerezas madurarán para abril o mayo, según cantaban Los Hermanos Carrión en los años sesenta. Años después Juan Gabriel cantaría que solo sabía que fue en marzo cuando la conoció…

Marzo no tiene muy buena prensa, aun cuando sea el mes en el que empieza la primavera: el 21 de marzo, es el día de ese equinoccio en nuestro hemisferio septentrional; en el sur, será otoño.

El mes de marzo dedicado al dios Marte era el primero del año en el antiguo calendario romano.

Tal vez desde que perdió su lugar inicial -ya ven como eran los emperadores romanos, y si no revisen el asunto de julio y agosto y del perdedor febrero, porque Julio César y César Augusto no iban a ser menos que el otro y su mes debería tener 31 días para que no hubiera diferencia- y al parecer desde entonces no levantó cabeza, aunque haya ganado para sí el inicio de la primavera.

Vamos, ni siquiera porque es el mes en el que florecen las jacarandas. Y cobija los días internacionales de la Mujer (día 8) y, eso dicen ahora, del Hombre (día 15) y en México nada más y nada menos que la celebración del natalicio de Benito Juárez, quien por ciento da nombre a la alcaldía en la que originalmente circula nuestro Libre en el Sur. En otra palabras, nuestra alcaldía celebra (o debería) su “cumpleaños” o su “fiesta patronal” en marzo, el día 21 para ser exactos.

No, ni la primavera, ni tampoco San José (el padre putativo –PP pa´los cuates-  del Niño Jesús), ni Benito Juárez son suficientes para darle brillo a marzo. No, no es un mes muy popular, ni siquiera cuando le “cae” la Semana Santa, que por sí misma atrae, digamos, los reflectores.

Y para acabarla de amolar -así se decía antes- el inicio “oficial” de la epidemia del coronavirus se estableció en marzo, de hace cuatro años.

Como que se acepta a marzo con un pos´ ya ni modo; ya qué.

Y el ganón es abril.

La primavera es de abril o de mayo según los códigos sociales tanto para las quinceañeras o como para las casaderas: se cumplen 15 abriles y las novias son de mayo… los aguaceros también.

Marzo es un mes tan sin embargo, como se diría en una película de Tin Tán.

Nadie imagina a Sabina cantando “quién me ha robado el mes de marzo”· No, pos’ no checa, diría el Chava Flores. Tampoco hay evidencia de que alguien quiera robarse el mes de marzo.

Pero, alguien ha imaginado lo que nos ha podido robar marzo.

El escribidor nunca había pensado en marzo. Ni la primavera, ni San José (a pesar de que es su primer nombre de pila) ni mucho menos Benito Juárez lo conmovían; tampoco había cumpleaños para celebrar ni lutos para conmemorar.

Pero el marzo del 2022 dijo: aquí estoy, vino y se robó a mi (sí de mi machista propiedad, como yo de ella) Sonia Elizabet, y entonces dejó de ser un mes cualquiera: se volvió el peor de todos los meses, aunque sus idus eran para los romanos días de buenos augurios.

Y entonces marzo se me convirtió lo mismo en un mes tutelar o inolvidable desde hace dos años, el día 13 para ser preciso, según las reglas que deben seguir todos los reporteros.

Mientras me limitaré canturrear al Divo de Ciudad Juárez

“Sabiendo que no puedo/                                                                                                

Querer llegar hasta el más allá/

Sabiendo que solo muerto…”

… y aceptaré, contra la ciencia, que la primavera comienza en abril.

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